CABILDOS Y PREGONES PA LOS CHAPETONES
Que lo sepa el mundo entero, que
aquí en la Plaza del Pozo, fue que un cubano glorioso dio el grito de
independencia, aquí nació la insurgencia del pueblo cartagenero, para que los
chapetones se fueran de nuestro suelo…
Soy Getsemanísense
Canción popular cartagenera.
El día en que recibí el comunicado enviado por el
Ministerio de Cultura a la Comunidad de Artistas Visuales de Cartagena CAVCA,
en respuesta a la queja presentada por las irregularidades sucedidas durante la
organización de la curaduría Arte
Corrosivo en la ciudad, tenía en mis manos el libro Casa Tomada de Ladys Posso, una cartagenera
que a partir de testimonios de habitantes del antiguo arrabal de Getsemaní y
del suyo propio, hace un viaje a la semilla de nuestra memoria reconstruyendo
todo un patrimonio de conocimientos y tradiciones, oralidades, músicas, cantos
y pregones, saberes culinarios, oficios, poesías, rebeldías, independencias,
cabildos e historias que a fuego lento cocinaron las particularidades de la
antigua periferia cartagenera y que ahora las empresas turísticas pretenden
transformar en un lugar de franquicias y concesiones poniendo en riesgo la
sabiduría centenaria de nuestra herencia cultural a cambio de un paquete de
bienes y servicios listos y empaquetados para ser consumidos por turistas
ávidos de aventuras exóticas y tropicales. Hago este vínculo literario y
afectivo con la clara intención de poner en evidencia la farsa cultural avalada
por el Ministerio de Cultura, que dejó al descubierto las inmensas falencias
éticas y conceptuales con las que se vienen manejando los Salones Regionales de
Artistas en Colombia. Sería importante recordarle a esta institución cultural
que no es enviando curadores (¿de
qué?) faroleros y pretenciosos, ignorantes de los saberes y quereres de la
ciudad y de la región, la manera como el ministerio va a dar cumplimiento al
mandato constitucional de proteger y salvaguardar la cultura y la identidad de
las diferentes regiones de nuestro país. Incomprensible además que la entidad
encargada de preservar dichos procesos, sea la misma que los descuide en el
Caribe colombiano, un territorio que debido a su gran diversidad y riqueza
cultural goza de protección especial por parte de la Constitución Colombiana.
El patrimonio oral, inmaterial e intangible de nuestra región es el cordón
umbilical a partir del cual artistas, músicos, bailarines, cocineras,
cantadoras, narradores y demás hacedores del Caribe colombiano construyen sus
imaginarios y narrativas, elaborando un tejido centenario llamado a ser nuestra
única protección contra la globalización, esa peste desmemoriada que arrasa con
la diversidad y con el origen de todas las cosas dejando un inmenso vacío que
aprovechan con creces las industrias culturales.
Ante estas realidades, la respuesta del Ministerio
suena leguleya, oportunista y superficial y evade astutamente la
responsabilidad institucional en los hechos mencionados por el grupo CAVCA, una
olímpica lavada de manos ministerial que cierra todos los caminos para la
reflexión y el debate, desaprovechando la posibilidad de profundizar en el
análisis de la diversa y compleja Cultura Caribe y de las particularidades
humanas que de ella se derivan construyendo un universo de músicas, lenguajes y
tradiciones compartido con el Gran Caribe, pero ajenos al resto de Colombia que
califica nuestra idiosincrasia de tropical
y corroncha, expresiones
utilizadas con saña en la última versión del Salón Regional de Artistas Arte Corrosivo realizada en Cartagena,
aunque pensada y organizada desde Bogotá, un proyecto de sesgo conductista que
dejó en claro una vez mas la arbitraria mirada centralista con la que se ha
construido el concepto de Nación en este país. ¿Es así como se construyen las
superioridades regionales desde la cultura? ¡tienen cáscara! En el Caribe
sabemos de sobra la manera como el arrogante centralismo colombiano baraja a su
antojo la suerte de las regiones, ocultando procesos culturales y sociales en
beneficio de otras. Con razón Gabo se oponía a la creación de un organismo de
control cultural porque sabía muy bien que tarde o temprano la burocracia
andina acabaría sepultando las buenas intenciones.
¿Qué se puede pensar de una institución que ignora el
activismo de quienes se rebelan contra un sistema cultural que guarda silencio
sobre los beneficios curatoriales otorgados a unos pocos buenos amigos? ¿Tragan
entero los artistas? Por su baja participación en las discusiones pareciera que
están convencidos de que sólo el gran poder institucional, privado o
farandulero es el indicado para certificar su pensamiento. ¿Es nuestro sistema
educativo el responsable de esta patética pasividad?
Si analizamos la historia pasada y reciente, es fácil
observar cómo se conspira contra la Región
Caribe desde todas las instancias del poder en Colombia. Pero mas triste aún es
percatarse que el organismo encargado de proteger nuestra cultura, no solo
conspira, sino que calla ante la exotización, caricaturización, e
invisibilización de nuestros saberes. Blanco es, gallina lo pone, frito se
come: si en este país todo obedece a una misma línea de pensamiento económico,
político y social ¿por qué el ministerio de Cultura iba a ser la excepción?
¡Qué distinta hubiera sido nuestra historia Caribe,
si en lugar de estarnos defendiendo de aquellos que históricamente nos han
mirado como subalternos y diferentes, hubiéramos utilizado todas nuestras
energías en potenciar nuestra región como un territorio autónomo,
salvaguardando así nuestro patrimonio oral y cultural sin el sambenito que
significa pertenecer a un país andino que continúa predicando superioridad
sobre los costeños a pesar de haber usufructuado, gozado, bailado, leído,
saboreado y aprendido de nuestra cultura!.
Muriel Angulo
CAVCA
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